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Defensa reafirma el compromiso de las fuerzas armadas para proteger a la población de los efectos del cambio climático

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Publicado / 4 de diciembre de 2024
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El cambio climático se encuentra entre los potenciales riesgos y amenazas a los que se enfrenta nuestro país. Amenaza frente a la que también tiene el deber de protegernos las fuerzas armadas. Así ha quedado de manifiesto hoy en la jornada “Medio Ambiente y Defensa”, organizada por la Dirección General de Infraestructuras del Ministerio de Defensa en el marco del Congreso Nacional del Medio Ambiente 2024.

El propio presidente de CONAMA, Antonio Lucio, ha sido el encargado de dar la bienvenida a los asistentes al evento. Acto con el que ha querido remarcar la labor del ejército en materia ambiental. Lucio ha citado como ejemplo los esfuerzos militares para la conservación del ibis eremita, especie de ave en peligro de extinción y presente en terrenos que son propiedad de Defensa. Según sus propias palabras: “País viene de paisaje, y proteger el paisaje es proteger el país”.

Tras esta bienvenida del presidente de CONAMA, ha intervenido el teniente general Luis Cebrián, Director General de Infraestructura del Ministerio de Defensa. Cebrián ha recordado que la actual Estrategia de Seguridad Nacional incluye los efectos del cambio climático y la degradación del medio natural entre los principales riesgos y amenazas para el país. “Las amenazas a la seguridad española ya no se interpretan solo en clave de enemigos hostiles que atacan, sino de las condiciones meteorológicas y medioambientales, y de su degradación”, añade el militar.

Cebrián ha puesto como ejemplo de este compromiso a la Unidad Militar de Emergencias (UME), unidad del ejército que, entre sus funciones, contempla la asistencia y socorro a las poblaciones víctimas de catástrofes ambientales. El teniente general también ha destacado que el Ministerio de Defensa es titular de unas 135.000 hectáreas de terreno rústico, lo que supone prácticamente la mitad de la superficie de Álava.

“De toda esa superficie, un 27% está incluido en la Red Natura 2000 de la UE, Y un 9% incluye superficies en parques nacionales y naturales”. Cebrián cita el caso del archipiélago de la isla de Cabrera (Baleares), propiedad de Defensa, “y que se ha preservado en las condiciones en las que se encuentra actualmente gracias a la restricción de paso que tal asignación al Ministerio supone”.

El militar ha concluido su primera intervención insistiendo en un claro mensaje: no hay contraposición entre defensa y medio ambiente, sino que se trata de actividades complementarias y que, además, se refuerzan. “La defensa también está para defender el medio ambiente”, ha insistido.

Decisivos para Atapuerca

Más allá de este compromiso con la protección de la naturaleza y de la biodiversidad, y de la propia población en caso de eventos meteorológicos extremos, el ejército también ha querido exhibir durante esta jornada su trabajo a favor de la protección del patrimonio histórico, cultural y arqueológico. Papel que ha resultado crucial en multitud de ocasiones. Así ocurrió con una de las grandes joyas de la arqueología española, como son los yacimientos de Atapuerca.

Dichos yacimientos aparecieron, de hecho, en una propiedad militar. En concreto, dentro de un campo de tiro y de maniobras asociado al cuartel Cid Campeador, muy cercano a la ciudad de Burgos. Lo cual provocó que desde el principio se estableciera una relación muy estrecha entre militares y arqueólogos. Relación que ha detallado el propio José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones y que también ha estado presente en esta jornada.

De Castro ha agradecido al ejército su generosa colaboración desde el principio. “Nos facilitaron todo tipo de apoyo logístico. Nos dieron hasta agua, que no teníamos. También nos ayudaron con una explosión que nos permitió el acceso a unos sedimentos llenos de fósiles a los que no podíamos llegar. Gracias a que nos pusieron unas cargas se pudo conseguir”.

Pero lo más importante de esta relación tiene que ver con la propia existencia del yacimiento. El cual llegó a estar en peligro a comienzos de este siglo ante el avance de un desarrollo urbanístico que comenzó en Burgos y que parecía estar a punto de extenderse hasta la sierra de Atapuerca, situada a unos 14 kilómetros de la ciudad burgalense. “Si no hubiera sido el recinto zona militar, ahora mismo en el seno de Atapuerca tendríamos una urbanización de lujo. Por eso, en este momento, los yacimientos de Atapuerca son Patrimonio de la Humanidad, y nunca lo hemos agradecido lo bastante”, según Bermudez de Castro.

Las fuerzas armadas también han cumplido un papel positivo para la conservación del entorno de las Bardenas Reales, en Navarra, donde el Ejército del Aire cuenta con un polígono de tiro que provocó mucha contestación social en décadas pasadas. No así en la actualidad, según José María Agramonte, Presidente de la Comunidad de Bardenas Reales de Navarra, que ha defendido la contribución militar a la protección de los valores ambientales del lugar.

“Cuando empezamos con la protección del buitre, había cinco parejas en 1998. Ahora hay más de 100” ha recalcado Agramonte, que sostiene que en el espacio conviven perfectamente los usos militares y turísticos, en un entorno natural privilegiado que es visitado anualmente por más de 400.000 personas.

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Esta publicación ha sido financiada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico pero no expresa la opinión del mismo.
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